Mientras nos preparamos para celebrar el Domingo Mundial de las Misiones el 20 de octubre, reflexiono sobre la rica historia del trabajo misionero dentro de nuestra Iglesia y, cómo continúa moldeándonos hoy. Mi propio recorrido con la Sociedad para la Propagación de la Fe que supervisa la colecta obligatoria, ha profundizado mi comprensión de la misión de la Iglesia mundial y la importancia de nuestro papel en apoyarla.
He estado asociado con la Sociedad para la Propagación de la Fe y con la obra misionera de la Iglesia, durante más de 35 años. El llamado a llevar el Evangelio a todas las naciones –especialmente donde la Iglesia es joven, pobre o enfrenta persecución– es fundamental para quienes somos Católicos.
El Domingo Mundial de las Misiones, establecido por el Papa Pío XI en 1926, nos invita a todos a participar en esta misión, ofreciendo nuestras oraciones y apoyo financiero a los territorios misioneros de todo el mundo. Inspirada en la visión de la beata Pauline Jaricot, quien instó a los Católicos a contribuir con tan solo un centavo por semana a las misiones, esta colecta se ha convertido en un salvavidas para los misioneros. Ha ayudado a construir Iglesias, escuelas y comunidades en regiones donde la fe aún está echando raíces.
La Arquidiócesis de Nueva Orleáns fue en su tiempo, territorio de misión. Cuando el obispo Louis William Valentine Dubourg llegó aquí a principios del siglo XIX, se enfrentó a la enorme tarea de construir la Iglesia en una región en gran parte subdesarrollada. Gracias al apoyo de los Católicos de todo el mundo, el obispo Dubourg y sus sucesores, pudieron establecer Iglesias, escuelas y ministerios que sentaron las bases de la vibrante comunidad Católica que tenemos hoy.
Durante mi tiempo como director de la Sociedad para la Propagación de la Fe, tuve el privilegio de ayudar a fomentar las relaciones entre Nueva Orleáns y los territorios de misión en el extranjero, incluida Nicaragua. A través de programas como Acompaño, para seminaristas y Cristo el Sanador, para misioneros médicos, trabajamos junto a nuestros hermanos y hermanas en Nicaragua. Estos esfuerzos no se trataban solo de brindar ayuda, sino de construir relaciones duraderas de respeto mutuo y fe.
El tema del Domingo Mundial de las Misiones de este año, “Vayan e inviten a todos al banquete”, hace eco del llamado del Papa Francisco a una Iglesia Universal, que abrace y sirva a todas las personas. Cuando contribuimos a la colecta del Domingo Mundial de las Misiones, ofrecemos más que apoyo financiero: ofrecemos esperanza y una invitación a compartir el amor de Cristo. Su generosidad ayuda a construir Iglesias, capacitar seminaristas y brindar servicios esenciales a las comunidades en territorios de misión en Asia, África, Oceanía y América Latina.
Así como los primeros misioneros construyeron la Iglesia Católica aquí en Nueva Orleans, ahora estamos llamados a apoyar el crecimiento de la Iglesia en lugares donde la fe es aún joven. Los invito a unirse a mí, para apoyar la colecta del Domingo Mundial de las Misiones de este año. Juntos podemos responder al llamado de Cristo, de invitar a todos al banquete del amor de Dios.