Por Padre Manuel Solorzano Guest Column Novembre 10, 2024 32˚ Domingo del Tiempo Ordinario Marcos 12: 38-44 Queridos hermanos: las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre la generosidad y la confianza en Dios, ejemplificadas por la viuda de Sareptay la viuda que ofrece dos pequeñas monedas en el Evangelio de Marcos. Estas mujeres, en su pobreza, se convierten en modelos de fe y entrega total a Dios. La primera lectura nos presenta al profeta Elías, quien, durante una gran sequía y hambruna, se encuentra con una viuda en Sarepta. Elías le pide algo de comida, y la viuda responde que solo le queda un puñado de harina y un poco de aceite, suficiente apenas para una última comida antes de que ella y su hijo mueran de hambre. A pesar de su extrema necesidad, confía en la promesa de Elías, quien le asegura que, si comparte lo poco que tiene, Dios proveerá lo necesario. El milagro sucede, y la viuda nunca se queda sin harina ni aceite. Este pasaje nos muestra la confianza radical que la viuda tiene en la palabra de Dios, transmitida por Elías. Ella da de lo poco que tiene, confiando en que Dios cuidará de ella y de su hijo. Este acto de generosidad y fe es recompensado con la abundancia del Señor, que nunca abandona a quienes confían en Él.
Por su parte el evangelio de hoy nos presenta un contraste entre los escribas y la viuda pobre. Jesús critica a los escribas que buscan honor y reconocimiento público, que se aprovechan de los más vulnerables, como las viudas, y que muestran una religiosidad externa sin un corazón sincero. Frente a este comportamiento, Jesús destaca el ejemplo de la viuda que, en su extrema pobreza, da todo lo que tiene: dos pequeñas monedas, su sustento. Aunque su ofrenda es insignificante a los ojos humanos, para Jesús es la más valiosa, porque da desde su necesidad, no desde su abundancia.
Jesús nos enseña que lo importante no es la cantidad que damos, sino la disposición de nuestro corazón. La viuda da todo lo que tiene, confiando plenamente en que Dios proveerá para sus necesidades. Este gesto humilde y sacrificial revela un amor y una confianza en Dios que van más allá de las apariencias.
Las dos viudas de las lecturas de hoy son ejemplos de cómo la verdadera generosidad no depende de lo que se tiene, sino de lo que se está dispuesto a dar. Ambas son pobres, pero en su pobreza, confían radicalmente en Dios, entregando lo poco que tienen sin reservarse nada para ellas mismas. En contraste con los escribas, que buscan honores y reconocimiento, las viudas no buscan la aprobación de nadie, sino que su gesto humilde y sincero es visto por Dios, que valora la pureza del corazón. Estas lecturas nos invitan a preguntarnos: ¿Dónde ponemos nuestra confianza? ¿En nuestras propias fuerzas o en Dios? ¿Somos generosos con lo que tenemos, aun cuando pensamos que es poco?Dios no mira tanto la cantidad que damos, sino la generosidad y el amor con que lo hacemos. Por tanto, el mensaje de este domingo nos recuerda que la generosidad auténtica no se mide por lo que damos, sino por el amor y la confianza con que lo hacemos. Jesús alaba a la viuda porque da todo lo que tiene, sabiendo que Dios cuida de ella.
Así, se nos invita a vivir con una confianza radical en Dios, sabiendo que Él siempre proveerá para nuestras necesidades, y a ser generosos, no solo con bienes materiales, sino con nuestro tiempo, cariño y ayuda a los demás.
“En qué áreas de mi vida estoy llamado a confiar más en Dios y menos en mis propias fuerzas” “Cómo puedo ser más generoso con lo que tengo, ya sea tiempo, recursos o talentos, para servir a los demás” “Estoy dando con el corazón correcto, buscando agradar a Dios y no a los demás.” Que este día nos anime a vivir con generosidad y confianza, sabiendo que Dios nunca nos abandona cuando entregamos nuestro corazón a Él.