Por Padre Manuel Solorzano Octubre 13, 2025 28˚ Domingo del Tiempo Ordinario Marcos 10: 17-30
Queridos hermanos: Hoy, las lecturas que hemos escuchado nos llevan a reflexionar profundamente sobre nuestra relación con Dios y con los bienes de este mundo. La primera lectura, del libro de la Sabiduría, presenta la búsqueda de la sabiduría como la prioridad más grande de la vida. Salomón, el autor de este texto, eleva una oración pidiendo sabiduría, declarando que la prefiere más que a los tronos y riquezas. Esto nos invita a preguntarnos qué es lo que más valoramos en nuestra vida. La sabiduría de Dios nos ayuda a discernir el verdadero valor de las cosas, a entender que los bienes materiales no pueden darnos la plenitud que solo Dios puede ofrecer.
En el Evangelio de Marcos, encontramos la historia del joven rico, que se acerca a Jesús buscando la vida eterna. Este joven, aunque ha cumplido con todos los mandamientos, se aleja triste cuando Jesús le pide que venda todo lo que tiene, lo dé a los pobres y lo siga. El problema no radica en las riquezas en sí mismas, sino en cómo estas atan el corazón del joven, impidiéndole seguir a Jesús plenamente. Jesús, mirando con amor al joven, señala que las riquezas pueden convertirse en un obstáculo para entrar en el Reino de Dios porque nos apegamos a ellas en lugar de confiar completamente en la providencia de Dios.
Este pasaje nos hace reflexionar sobre nuestras propias vidas y nuestras propias prioridades. A veces, nuestras posesiones, ambiciones o deseos se interponen en nuestra relación con Dios. Nos apegamos a cosas que creemos que nos darán seguridad o felicidad, pero Jesús nos invita a soltar esas seguridades falsas y confiar en Él. Él nos llama a una vida de generosidad, desapego y entrega total, porque solo en esa libertad podemos realmente experimentar la vida abundante que Él nos ofrece.
Jesús nos advierte también sobre la dificultad de los ricos para entrar en el Reino de los Cielos, comparándolo con un camello pasando por el ojo de una aguja. Pero no se trata de una condena a los ricos, sino de una advertencia sobre cómo el apego a las cosas materiales puede alejarnos de Dios. Al final, nos asegura que lo que es imposible para los hombres es posible para Dios, recordándonos que nuestra salvación depende completamente de su gracia.
Por tanto, las lecturas de hoy nos llaman a reordenar nuestras prioridades, a buscar la sabiduría divina y a seguir a Jesús con un corazón libre y generoso. Nos invitan a reflexionar sobre cómo estamos usando los bienes que Dios nos ha dado y a preguntarnos si estos nos acercan más a Dios o, por el contrario, nos alejan de Él. Jesús nos invita a seguirlo, a confiar en Él, y a poner nuestra vida en sus manos.
¿Qué cosas materiales o deseos me impiden seguir a Jesús con total libertad? ¿Cómo puedo vivir una vida más generosa y desapegada de los bienes materiales? ¿Estoy dispuesto a poner toda mi confianza en Dios y en su providencia, sabiendo que Él es suficiente para mi vida?
¿Busco la sabiduría de Dios como mi prioridad, o me dejo llevar por los valores del mundo?
¿Cómo puedo ayudar a los demás a descubrir el verdadero tesoro que es seguir a Jesús?
Que el Señor nos conceda la gracia de vivir con corazones libres y generosos, buscando siempre su Reino y su justicia.